lunes, 16 de marzo de 2009

César Vallejo

Hoy, dieciséis de marzo, se celebra el aniversario ciento diecisiete del nacimiento de César Vallejo, nuestro poeta más aclamado por la Literatura universal.

Muchas opiniones se han vertido sobre la obra y vida de este personaje tan oscuro; algunas, claro, más acertadas que otras. Todos quieren hablar de Vallejo, de su miseria, de su compromiso con la humanidad, de Trilce, de su rostro siempre triste y meditabundo (1). Pero ¿se le ha escuchado verdaderamente? Seguramente, aunque tal vez sean pocos los casos y las veces; en cuanto a mí, aún me encuentro en ese proceso (a veces interrumpido) de descubrimiento. ¡Qué sinceridad se encuentra en sus primeros versos! Su asonancia valora la esencia antes que la forma. La brusquedad y crudeza de algunas palabras suyas son reposo de muchos lamentos; de la pena por aquellos que se alejan, por la ausencia de los mayores, por los idilios que han muerto.

Dejemos (mejor) que hable el propio maestro. Reproduzco, pues, a continuación un poema (2) que celebra, muy a la manera de su autor, este día -del cual algunos han olvidado ya el recuerdo.


Espergesia

Yo nací un día
que Dios estuvo enfermo.

Todos saben que vivo,
que soy malo; y no saben
del diciembre de ese enero.
Pues yo nací un día
que Dios estuvo enfermo.

Hay un vacío
en mi aire metafísico
que nadie ha de palpar:
el claustro de un silencio
que habló a flor de fuego.

Yo nací un día
que Dios estuvo enfermo.

Hermano, escucha, escucha...
Bueno. Y que no me vaya
sin llevar diciembres,
sin dejar eneros.
Pues yo nací un día
que Dios estuvo enfermo.

Todos saben que vivo,
que mastico... Y no saben
por qué en mi verso chirrían,
oscuro sinsabor de féretro,
luyidos vientos
desenroscados de la Esfinge
preguntona del Desierto.

Todos saben... Y no saben
que la Luz es tísica,
y la Sombra gorda...
Y no saben que el Misterio que sintetiza...
que él es la joroba
musical y triste que a distancia denuncia
el paso meridiano de las lindes a las Lindes.

Yo nací un día
que Dios estuvo enfermo,
grave.











(1) Aunque existe también una fotografía (al parecer, la única) en que se retrata a un Vallejo sonriente. A quien le interese: http://www.andes.missouri.edu/andes/Especiales/CALVallejo/VallejoSonriente.jpg

(2) Extraigo este poema de la
Obra poética de César Vallejo (Lima, Ediciones PEISA, 2002), que se basa en la Obra poética completa preparada por Georgette de Vallejo (Lima, Francisco Moncloa Editores, 1968).