sábado, 24 de mayo de 2008

Hombre

Mientras leo la copia de un libro que estudia la magia y la brujería, sentado en un incómodo muro de concreto, un hombre anciano, de aspecto espantoso, de pantalones y chompa raídos y mugrosos, de barba descuidada y cana, con un par de anteojos un tanto oscuros, de zapatos gastadísimos y absolutamente ebrio, se me acerca tambaleándose y, casi balbuceando, me pregunta:

- ¿Qué lees?

Yo lo miro y, por causas que desconozco, le muestro una sonrisa, de esas que se forman con el solo movimiento en media luna de los labios, sin participación de los dientes. El viejo se queda parado ante mí. Pregunta:

- ¿Palabras? -silencia un momento fugaz y continúa- Esa palabra...

Mirándonos fíjamente, el viejo alza su brazo y, cual mago o asesino de demonios, posa su mano sobre mi cabeza. Aturdido, le digo:

- ¿Qué pasa?

El viejo me mira extrañado y, como si a través de él, Dios mandara un mensaje, como si quisiera salvar a su criatura que sabe rebelde, casi perdida para siempre, dice:

- Sólo una palabra te digo: fe

Mi mirada se posa nuevamente en él, antes de desaparecer en el horizonte, a lo lejos.

3 comentarios:

repa dijo...

mmm, hey! ya estas siguiendo una linea concreta en el momento d narrar tus historias (parece q tus clases en seeerio estan haciendo efecto)y creo q eso es weno, pero si m permites dart mi pobre opinion d alguien q no sabe escribir, no descuides el explorar otras formas d narrar.
no m gusto mucho la parte de describir demasiado a un determinado personaje, es demasiaaado zoliano (si es q esa palabra exist)es más, deje naná en la 1era pag xq un personaje, y en general, tomando el ejemplo de zolé, en su linea narrativa, describe tanto las cosas q ya cansa. a partir d tooa la descripcion dl viejillo borraxoso, lo veo más dinamico, y m gusta muuuchi mas q tu 1era part.
"fe" acuerdat d esa fucking word xfas! demasiado imxtant (weno, dpnd dl caso, nu?) tal vz para akel viejo la fe c lo daba el alcohol q en ese momento circulaba x sus venas, para mi tal vez el humo q atraviesa mi garganta...para ti? un consejo hasta d un conejo (o d un viejo borraxo q hablo en la historia q escribist)

Anónimo dijo...

¿Yo como Zola? ¿Por qué esa exageración? Zola, como se sabe, fue un naturalista: era prioridad la descripción exhaustiva de personajes, ciudades, etc. Antes del naturalismo (solo un poco antes), encontramos el realismo: Balzac (quien oscila entre los finales del romanticismo y los principios de la escuela antes mencionada) describía en casi un capítulo una calle o, más "radical", una casa. Lo mismo con Dostoievski y sus largas, pero no aburridas, descripciones de habitaciones (en Crimen y castigo, por poner un ejemplo) y psicologías de personajes trastornados. Luego de ello, ¿podemos decir que en este texto que intenta ser un relato, hay una minuciosa y larga descripción de un personaje? Sólo digo lo siguiente en respuesta: el texto íntegro, en el formato en que se puede leer en este blog, está compuesto de casi 30 líneas.

El Shulca dijo...

Magnífico relato. Podría tratarse de un caso de sincronicidad manifiesta pacientemente urdida por el Mesías para recordarte que perseveres en la fe aunque esta sea de carácter heterodoxo… Si el símbolo hace las veces de puente con otra realidad, la fe también se nos da a entender como un símbolo y el hombre que trae la fe sería nada menos que un símbolo al servicio de otro símbolo. Si el hombre no solo es un ser simbólico, sino que se nos puede presentar, a su vez, investido de la condición de símbolo, ¿no podríamos especular que el universo del que forma parte comparte con él -en sus propios términos- dicha propiedad? Y de ser así, ¿entre nosotros y qué sirve de puente? Pues, así lo creo, no iría muy descaminada la hipótesis que postulase ese ejercicio entre nosotros y eso que a lo que solo alcanzamos a llamar “Misterio” y ante lo cual retroceden las palabras. De este modo, todas las palabras se reducirían a una sola: fe, la única entre ellas que se atreve a declararnos sin tapujos su propia condición simbólica. Tengo entendido que los místicos sufíes, en el clímax vertiginoso de sus trances, quedaban como embriagados en el ejercicio ascético de la contemplación del Amado. Tal vez esa otra ebriedad a la que haces mención, más aromática y turbia que aquella, se entrelazase misteriosamente con ella en una metáfora de extrema sutileza. De ser así, ¿qué vino hay que sea más potente que la fe? Así entendido, el pose de su mano sobre tu ser no es sino un brindis. ¡Salud!