jueves, 2 de julio de 2009

Θάνατος


Ya no voy a escribir más aquí. No descarto un esporádico regreso, pero estoy convencido de que ello será muy improbable. Quise hablar sobre tantas cosas con la nada como eje, pero ya las cosas van perdiendo sentido.

Nunca pude terminar esa "serie" que llamé Purgatorios humanos. Pensé en cuatro partes sueltas, mas sólo llegúe a tres. La cuarta, acaso la más importante, es innarrable: la suma realidad, la experiencia vivida hasta lo más profundo del ser, no es materia de la ficción -supera cualquier lógica narrativa.

Gracias, muchas gracias a quienes dedicaron unos minutos a la revisión de estas líneas. Agradezco también los comentarios alentadores o críticos, sus burlas o su interés. Y doy gracias también por haberse mantenido este espacio con poca difusión; ha sido un acto piadoso.

Dejaré, sin embargo, abierto este lugar para quienes quieran revisar nuevamente (o por primera vez) lo escrito hasta hoy; así también, dejo los enlaces a los caritativos otros mundos.

Hagan, pues, lo que deseen con este sitio -a mí ya no me importa.

Adiós.








5 comentarios:

María Paula dijo...

wa japen? :(

be happy

Svidrigailov dijo...

Cuestión circunstancial vallejiana...

Geviert-Kreis dijo...

Oh! Mire ud. no leí este post ante de comentarle el de Vallejo. De haber sabido que se despedía para dedicarse a buscar o a encontrar adioses más interesantes, no le hubiese escrito sin duda alguna. Me hubiese despido con ud.

Pero mire, un recuerdo de vida, lo logró. No puede afirmar que todo va perdiendo sentido. No se resigne, a pesar que su completo fracaso ya esté escrito en algún lugar. Un recuerdo de vida es suficiente para resistirse al fracaso: esa foto del registro del cementerio de Mountrouge, donde Vallejo fue enterrado por primera vez, lo publiqué pensando en ud. Será su Adiós. El poema sucesivo será su regreso a cualquier lugar, no importa si aquí, pero su regreso.

Mire ud.: El sentido tiene siempre dos lados: uno es racional, el otro es la apertura a su propio revés. La unidad de los dos lados es siempre contingente, una completa sopresa. El camino de un lado a otro es la palabra. El silencio que la palabra nunca expresará, es su unidad.

Por lo mismo y contrariamente a lo que ud. afirma, la experiencia vivida hasta lo más profundo del ser no supera la ficción, al contrario. La ficción supera cualquier vivencia, porque es vivencia misma, es decir, precisamente aquella que nos recuerda que habrá siempre una vivencia que nunca será vivida. La ficción deja ver, entonces, el revés de lo vivido profundamente, para demostrarle que tan profundo no era. La ficción le dice a ud. desde la superficie de la palabra: ¡más profundo! ¡más profundo! El fondo de todo abismo es siempre igual a la inmensidad del borde desde donde se lo vive. ¿por qué? porque simplemente el ser vivido no se retrae en la ficción, se divierte en ella más bien. El ser no se retrae ante nada, ninguna sombra está hecha a su medida. Sólo la noche lo opaca, sólo el sueño lo retira. El ser sin embargo, regresa siempre con el día bajo el brazo. El ser regresa siempre, siempre, porque aprende de esa noche, sabe ser, luego, ante nosotros, noche expresada.

Este es el secreto de su arte, este es nuestro secreto. Ningún Adiós puede ser escrito ante esto.

Afirmar, entonces, que la experiencia vivida es mayor que la ficción significa querer abandonar la ficción para asumir otra, que es simplemente incomunicable.

Después de todo lo dicho, mi sentencia: si ud. se atreve a responder a este comentario o a cualquier otro, está condenado a escribirnos para siempre. No importará que se tome su tiempo para escribirnos, sobretodo si encuentra adioses más interesantes que nosotros, el amor por ejemplo.

Si, en cambio, lee, silencioso, este comentario, pero no responde, yo lo condeno a observar el resto de su vida desde el borde de ud. mismo. Acumular abismos en el borde de sí mismo no es un sano ejercicio, créame. Tarde o temprano los bordes se acumulan, se amotinan y crean su prorio abismo en la superficie misma, la suya. Los peores abismos no son aquellos que se revelan más profundos (la experiencia vivida que ud. menciona), sino aquellos en los que es inevitable el salto. Estos llevan en el borde un nombre escrito, el suyo. Cada uno se merece el abismo que le espera. Yo le escribo estas líneas desde el fondo del mío por ejemplo. El vacío de la superficie es siempre la peor condena. Si quiere saltar, salte hacia los cielos, pero salte de verdad.

Si, en cambio, su Adiós está hecho verdaderamente de carne y hueso, rojo lleno, bien peinado, con sus ceros de madera bajo el brazo y su corbata negra, entonces, yo lo condeno a tomar estas líneas como el revés de ese Adiós que nos escribe precisamente.

Svidrigailov dijo...

Geviert-Kreis.

Sus palabras son alentadoras, mas insuficientes para mi circunstancia -que son miles, pero es sobre todo una. Yo no vivo en su dualismo del sentido, acaso tan bien explicado por usted. Yo no vivo en ese dualismo; yo tengo el estigma. Para mí sólo han sido dispuestos dos polos en los que terriblemente oscilo cual poseído péndulo. Y he de vivir con ello porque lo acepto y así lo he dispuesto. Ese es mi abismo, mejor dicho, mi estar en el fondo del abismo, en su rincón más execrable. Sí, pienso salir; pero sólo hay una manera de hacerlo -mientras esa manera no ocurra, he de resignarme incluso con lamentable estoicismo a permanecer en ese círculo.

Aunque lo creí (y lo creo) improbable, nunca descarté un posible retorno a este espacio. Esta será, pues, mi condena, la que usted ha dictaminado para mí: regresar alguna vez. No sé si podré cumplir con ella, acaso sean más verosímiles otras tragedias. Pero véalo de esta manera, si es que le interesa: mi retorno ha de asumirse como mi salida desde el abismo hacia la luz más bella, la que será el mayor regocijo para mi alma.

Svidrigailov.

Geviert-Kreis dijo...

ese dualismo del sentido no es mio, es de todo aquello que pretendemos que tenga sentido, incluido el absurdo y sobretodo.

¿Qué estigma ha dispuesto ud. para sí mismo? Tal vez haya querido ud. decir un castigo, un pena, un acto de misericordia con la propia otredad que no soporta más. Un estigma a medida de un Dios personal es siempre un deseo inexpresado, una mirada nuestra que no deseamos encontrar, un Adiós que escribimos para reencontrarnos silenciosos en la soledad compartida con alguno. Hay pues, estigmas más dignos de vivir. Es el estigma dado por un Dios impersonal por ejemplo. Sólo el estigma de un Dios impersonal nos obliga al auténtico péndulo mortal, es decir al momento frente a la decisión ineluctable: o se convierte ud. en Estandarte de ese Dios impersonal, sin rostro, hecho con la bordes de la piel de ese abismo del cual le hablaba antes - o sino recuerde el ejercito de San Bernardo, cuya símbolo era la Rosa entre la luz y las tiniebas - o se declara ud. enemigo de ese Dios impersonal, condenado a sucumbir completamente a demonios pasajeros, hechos de entusiasmos de ayer o mañana, nunca del Ahora invicto. Porque todo auténtico estigma es siempre una precisa tarea: hacer propio el abismo para reconocer su revés o ser su mero viento de un fondo completamente innecesario, lleno de polvo, de humanidad.

Desde el momento que yo soporto sólo aquellos que son orgullosos del estigma que un Dios impersonal sabe donar, yo lo condeno por segunda vez a que salga de su abismo, a que salga de ese círculo: recupere el octágono que se está anunciando por segunda vez en esta respuesta y, sobretodo, en la respuesta suya a ella. A ELLA. Es pues la Rosa - lo que los modernos llaman el "caso", la "casualidad" - la que dictará si ud. verá la Luz. En un cierto sentido su alma ya salió de ese abismo sin su permiso (como debe ser).

Esta vez lo condeno a una tarea que no podrá ud. negarse: escogeremos un texto y lo comentaremos juntos en silencio. Vallejo si desea. Yo veo más adapto para ud. "la vita nuova" (vida nueva) de Dante. Me permito la arrogancia de pensarlo así. Abandone ud. Kafka, siga mi consejo. Si ud. no lee a Kafka en alemán, se está entusiasmando por Gregorio S., su traductor, o Joseph K., el amigo del traductor. Yo y un amigo escritor estamos haciendo un blog de literatura. Entendámonos: no creemos en los fantasmas de la virtualidad. La palabra escrita, ni siquiera la virtual, nunca remplazará la oralidad, como la oralidad nunca remplazará el silencio inminente. Tómelo como un ejercicio, una ficción, en el sentido de mi post anterior.

Geviert-Kreis